Amo el kimono.
Me encanta llevarlo y deseo que otros, también, sientan el placer del kimono por eso, deseo compartir este blog para que puedan apreciar y comprender el arte del kimono y a través del mismo, la cultura japonesa.
Es todo un aprendizaje.
Me fascina el kimono, no solo por su belleza sino, también, por su complejidad mucho más sorprendente de lo que a primera vista pudiera parecer; al mismo tiempo posee un aspecto extremadamente sofisticado.
Es la esencia de la feminidad, es sugerente, deja la nuca despejada, al apoyarse sobre los hombros obliga a tener la espalda recta dando lugar a un porte elegante.
Su belleza prevalece sobre la funcionalidad.
La palabra Kimono procede del verbo kimasu que significa “llevar sobre los hombros” y es allí donde se apoya el kimono.
El kimono es recto, no cae de manera natural sobre el cuerpo, para que “caiga bien” hay que colocarlo correctamente.
Hay que aprender a doblar el cuello con elegancia, subirlo hasta la altura justa del suelo, cruzarlo para que el escote forme una “V” cerrada pero sin trabar el cuello y dejar generosamente descubierta la nuca; alinear el faldón delantero con la costura del tabi derecho.
Al cerrarse con nudos y cinturones, hay que aprender a anudarlos para colocarlos correctamente.
El kimono va acompañado de una serie de accesorios cuya función es la de modificar la silueta hasta hacerla elegante.
Es una práctica y de la ejecución precisa, dependerá la adecuada forma de la prenda.
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